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Las zonas verdes de una ciudad no son un césped lleno de flores

Rufino Hernández director del Congreso Europeo sobre Eficiencia Energética y Sostenibilidad EESAP12-CICAS, centrado en los retos que supone la oleada de rehabilitación en la que estamos prefiere en realidad hablar de oleadas en plural. Con el dinero que llegará de la Next Generation europea se van a hacer muchas cosas, pero luego habrá un impase y una nueva oleada porque “cada generación es diferente y quiere respuestas diferentes.” Ahora nos ponemos el objetivo de neutralidad climática de las ciudades para 2050 pero a medida que transcurran los años se plantearán nuevos objetivos incluso antes de esa fecha.

Aunque no es objetivo exclusivo de Europa, su bandera es la de lograr la calidad de vida de sus ciudadanos. El marco son los ODS asumidos en el Green Deal y “el marco edificatorio es la nueva Bauhaus europea que conlleva una revisión de toda la forma de construir bajo unos criterios que unían el proceso de industrialización de la sociedad con criterios artísticos y calidad de vida de los ciudadanos. Se trata de reproducir la experiencia que se llevó a cabo en la Alemania de entreguerras a criterios del S.XXI”: Beautiful/ Sustainable/Together.

En este momento, uno de los caminos para abordar la rehabilitación para Rufino Hernández pasa por la concienciación ciudadana. No somos eficientes a la hora de utilizar los medios que tenemos a mano. El ejemplo más cercano se dio en los meses de confinamiento cuando el descenso de contaminantes fue enorme en comparación con el descenso de la actividad económica. Usamos mal la vivienda y se da el caso de proyectos de rehabilitación subvencionadas y en marcha en los que los usuarios de esas viviendas se resisten a que se monitorice digitalmente su vivienda porque temen ser espiados. Los datos se recogen para que los propios usuarios puedan tener un control sobre las ineficiencias en su forma de funcionar.

La recogida de datos es imprescindible porque “no podemos aspirar a tener un continente climáticamente neutro sin la eficiencia energética que nos aportan los datos.”

Usamos mal la vivienda, repetía Rufino Hernández. “Los intervalos climáticos en los que nos encontramos cómodos en nuestra vivienda (21-26 grados) se pueden lograr gastando la menor energía posible. Si en invierno estamos cómodos a 21 no tiene sentido que estemos a 25 grados ni tampoco que, si en verano estamos cómodos a 24 grados, pretendamos estar a 18. Y eso vale tanto para la casa particular como para la oficina o para cualquier equipamiento colectivo. El cambio de actitud de las personas es ya un hecho, pero la sociedad tiene que preocuparse un poco más y aprovechar los modos que tiene para ajustar su eficiencia.

Como experto y responsable del grupo de investigación Calidad de Vida en Arquitectura, Rufino Hernández recuerda que hemos hecho que la principal actividad de las ciudades sea la de la movilidad, especialmente en coches que hacen ruido y contaminan, discriminan brutalmente el espacio urbano limitando la movilidad del peatón. De ahí la especial importancia que tiene que darse al metro, tranvía o autobús. El coche particular tiene un alto coste en términos de calidad de vida urbana por lo que es necesario ajustar las posibilidades y usarlo adecuadamente. Rufino Hernández está convencido que las distintas formas de car sharing o coche compartido se van a ir imponiendo.

Las ciudades consolidadas y que mantienen los valores tradicionales comparten viviendas con actividad económica, social y dotaciones sociales. El problema se da en los barrios que no han tenido oportunidad de desarrollar ese tejido. Es el problema de las periferias que se construyeron en la postguerra. Reconvertirlas bajo modelos de “ciudad de 15 minutos” resulta bastante complicado porque en estos casos normalmente los desplazamientos al trabajo son muy largos. El reto en estos momentos es resolver los problemas de esta parte de la ciudad. No tiene sentido que una ciudad siga creciendo dejando una especie de islas que no están suficientemente dotadas y estructuradas.

Los llamados Polos Saludables son espacios en los que se cuida especialmente la calidad de vida de sus habitantes. Dentro del concepto de la ciudad de los 15 minutos, la idea es que exista algún área con servicios o dotaciones que permitan las actividades de convivencia social para todos los sectores de la sociedad y alejados de “la prisa ciudadana”. Los más discriminados son los niños, adolescentes y ancianos y a ellos tiene que estar mirando una ciudad que quiere ser saludable. Estos polos pueden ir generando una mancha de aceite que contagia a barrios cercanos.

El administrado tiene que implicarse también en la mejora de su espacio urbano. Durante el congreso se explica el desarrollo de las OPEN GELA que el Gobierno Vasco ha comenzado a poner en marcha para crear comunidades de barrio con identidad jurídica. Hay 4 oficinas abiertas en Otxakoaga, Eibar, Durango y Lasarte y existe la voluntad que se sigan desarrollando en toda la geografía vasca como entidades de autogestión con peso y personalidad propia.

Las comunidades de autoconsumo energético que se están poniendo en marcha puede ser una prueba piloto muy interesante a juicio de Rufino Hernández.

Los espacios verdes no son jardines de césped y flores.

Porque se trata de volver a integrar la ciudad con el espacio natural recuperando el ciclo natural del agua. La ciudad ensucia el agua y las lleva, fugas incluidas, a centros de depuración mejor o peor, para terminar en unos cauces muchas veces alterados. Por otra parte, las ciudades han terminado siendo terriblemente impermeables cambiando absolutamente las correntías naturales que llegan al mar con grandes cantidades de suciedad. “Tenemos que ir a la depuración en origen en cada uno de los edificios e ir permeabilizando todo el espacio urbano”

Los jardines han ido desapareciendo de las ciudades por sus costes de mantenimiento, pero la naturaleza bien entendida no tiene esos costes. “No se trata de grandes céspedes recién cortados llenos de brillantes florecitas sino de la existencia de plantas naturales del lugar o incluso plantaciones recolectables. Casar la ciudad con la naturaleza circundante. “Cuanto más natural dejemos el territorio, más sostenible es” Rufino Hernández nos ponía el ejemplo del edificio Quicksilver yendo a Anglet, hecho en madera en medio de un bosque de pinos en los que no han tenido que usar porque decidieron que la naturaleza iba a seguir como estaba y no se iban a “crear” jardines. Tenemos que acostumbrarnos a vivir con la naturaleza.

Rufino Hernández fundador de AH asociados Arquitectura defiende que las viviendas se han ido haciendo según las posibilidades de cada momento. Hubo fallos por un sencillo desconocimiento. Cuando no había hierro, la base era el cemento; cuando estuvieron de moda los techos bajos de Le Corbusier, uno de los maestros indiscutibles de la modernidad arquitectónica, en Otxarkoaga “se construyeron viviendas de 2,32 (las altas) para que pudieras tocar el techo con los dedos”

Nos encontramos con edificios de lo más diversos que comparando con las actuales formas de vivir no están adaptados. Eso implica hasta su propio derribo. Hay que medir las cosas “Y medir cuando hay que hacer qué porque hay muchas rehabilitaciones que no han merecido la pena. “No valen las rehabilitaciones que afecten a la calidad de vida de las personas que habitan el edificio. No es cuestión sólo de un aislamiento térmico sino de no acabar con los ahorros de toda una vida”