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La idea de proceso es fundamental en la regeneración urbana

Un barrio “desfavorecido”, como lo denomina Sonia De Gregorio, parte de una situación de vulnerabilidad que en momentos de crisis, como la generada por la pandemia, hace que sus habitantes tengan más difícil hacer frente a las problemáticas y retos que se presentan que los habitantes de otras partes de la misma ciudad. Se trata de barrios donde es necesario actuar a través de programas de regeneración urbana caracterizados por un enfoque integrado (actuando en lo socioeconómico, medioambiental y físico, y en el eje de gobernanza de manera contemporánea). Es decir, actuando en todos los ejes de degradación presentes en un barrio concreto, a través de medidas entre las que se crean sinergias.

No hablamos sólo de urbanismo, que también, hablamos de acciones concretas en lo social, económico, medioambiental, la acción por el clima, la movilidad, etc. Y hablamos además de un proceso que se suele desarrollar en un periodo de entre 6 y 8 años. La idea de proceso  es fundamental en la regeneración urbana.  Arraigar en la población local, a través de un proceso de participación y co-creación, la idea de que el barrio está llevando a cabo un cambio positivo es transformadora en el tiempo.  Si esto se consigue, se produce una “identificación” de los habitantes del barrio con el proceso de cambio, es decir, lo hacen suyo.  Para Sonia De Gregorio “no hay mejor manera que esta de asegurar que el efecto de los recursos invertidos perdure una vez finalice el programa de regeneración”.  Esto se da porque a través de esa identificación con la transformación en curso la comunidad local puede llegar a implicarse en el proceso hasta el punto de construir capacidad local.  Habrán entonces mejorado su nivel de resiliencia, estando mejor preparados para afrontar retos futuros.

Políticas de regeneración urbana se vienen aplicando desde los años 80 en el marco de la UE. Los planes de regeneración fueron asumiéndose como instrumentos a poner en funcionamiento en muchos municipios de nuestro país.  También algunos gobiernos regionales (como el País Vasco o Cataluña) pusieron en marcha instrumentos específicos de regeneración urbana en los 90 y los 2000.

En los casos de los barrios vulnerables donde se da segregación cultural o racial, la profesora de urbanismo y ordenación del territorio de la Universidad Politécnica de Madrid Sonia De Gregorio considera necesario trabajar en el barrio (sobre todo con las personas) y también a nivel de ciudad para lanzar un mensaje de cambio positivo que sea capaz de acabar con el estigma que se les suele asignar a estos enclaves en el imaginario colectivo. En España y en el conjunto de Europa hay muchos ejemplos de transformación de este tipo. En ellas es muy importante la participación de los colectivos implicados, muchas veces minorías étnicas, y hacerles entender que la transformación va con ellos, escuchando y dando respuesta a sus demandas y necesidades. A partir de ahí se adoptan medidas orientadas a alcanzar su plena integración, siempre desde el respeto de su identidad.  Muchas de estas medidas tienen que ver con la potenciación de la formación y el empleo en el barrio en cuestión, orientadas a conseguir la inserción laboral de estos colectivos.

En otro orden de cosas, contar con zonas verdes y de encuentro en estos barrios es fundamental desde el punto de vista de la socialización y desde el punto de vista medioambiental y de adaptación al cambio climático. Una buena cobertura verde en el viario y los parques, con sombras etc. incide directamente en la salud de las personas tal y como se comprueba con las olas de calor.  La misma actuará además como sumidero de carbono. Si fuese necesario, los programas de regeneración deben ir asociados a instrumentos de planeamiento que permitan el cambio de la configuración física del espacio público y los cambios de uso para la creación de zonas verdes u otros equipamientos claves para el bien común. Otra de las vertientes de actuación es la percepción del espacio público como un espacio seguro, con jardines que ofrezcan visuales expeditas, buena iluminación y viario con frentes activos en planta baja (con comercios y centros hosteleros) que generan movimiento social. “Una calle sin actividad en la planta baja de los edificios puede crear sensaciones de inseguridad”.

Para Sonia De Gregorio, otro de los elementos claves es la conectividad de los barrios tanto interna como con el resto de la ciudad y las zonas metropolitanas en donde en muchas ocasiones trabajan los habitantes de los barrios vulnerables. El transporte público es básico como elemento integrador y factor de seguridad también en horarios nocturnos con soluciones como las “paradas a demanda”.

Equipamientos como los centros culturales, un cine, una escuela de música o un centro de asociaciones son muy determinantes como nodos de encuentro social. En Italia y también en España, los centros religiosos, las parroquias, jugaron un papel muy importante en los años 60 y 70 como actor que daba soporte a la población inmigrante y lugares de agregación. Jugaron en aquel momento ese papel.

La calidad de las viviendas, muchas veces muy baja es otro de los hándicaps de los barrios desfavorecidos. La regeneración urbana lleva implícita la rehabilitación de los edificios.  Contar con terrazas,  ventilación cruzada, un buen funcionamiento energético de los edificios, ascensores… son aspectos a tener en cuenta en estos barrios, en gran parte construidos durante los años 60 y 70.   La rehabilitación es necesaria también en el espacio público para garantizar la accesibilidad universal.

Sonia De Gregorio, después de su experiencia profesional como responsable de la redacción del Action Plan  de la Partnership  de Pobreza Urbana y Regeneración Urbana  de la Agenda Urbana de la Unión Europea, y tras una trayectoria ya larga de investigación en políticas de regeneración urbana, remarca la importancia de que existan en los próximos años programas de regeneración concretos lanzados desde instancias europeas (en el marco de Next Generation y, sobre todo, del nuevo Marco Financiero Plurianual de la Política de Cohesión), así como desde los Estados Miembros y las regiones.  Dichos programas deben estar enmarcados en instrumentos dotados de presupuesto propio.  La UE inició su andadura en este campo en los años 80, desarrollando una acción pionera en aquel momento.  Sin embargo, a pesar del aumento de la desigualdad en las ciudades europeas, esta cuestión ha perdido importancia en la agenda de la Política de Cohesión.” La regeneración urbana ha quedado así diluida en el eje urbano de la Política de Cohesión y creo que tiene que volver a contar con una atención política y un presupuesto específicos”.  Contar con programas de regeneración de los enclaves vulnerables de las ciudades europeas es necesario para avanzar en el camino de transición verde y justa que nos marca del Pacto Verde de la UE teniendo como horizonte 2050.